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Jueves, 30 de julio de 2015  |  NÚMERO 2 Acceda a nuestra hemeroteca
CAMPAÑA DE GEPAC PARA CONMEMORAR EL DÍA DEL SUPERVIVIENTE
La historia de una batalla en tres rostros
Elvira Conde, Carmen Sánchez-Garrido y Blanca Sánchez son tres de las pacientes que han participado
 
Lorena Martínez. Madrid
‘El cáncer nos marca de por vida’, es el lema elegido por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac) para conmemorar el Día Mundial del Superviviente de esta enfermedad. Con ayuda de 18 pacientes con diferentes patologías que se han prestado para ser fotografiados, Gepac  quiere mostrar cómo el diagnóstico es un antes y un después en la vida de las personas. Esta es la historia de tres de ellas.

Elvira Conde, Linfoma de Hodking

Con 26 años, la carrera recién terminada y un máster en camino. Así se topó Elvira Conde con un diagnóstico de cáncer incomprensible al principio, derrotado al final. Esta malagueña ha logrado superar un Linfoma de Hodking y es una de las supervivientes que conforman la campaña que el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac) ha presentado con motivo del Día Nacional del Superviviente de dicha enfermedad.

“Al principio pensaban que tenía tuberculosis”, recuerda Conde y narra cómo los médicos vistieron el diagnóstico con unas galas que  llevaron al desconocimiento. “La médica me dijo que había un pequeño problema, que tenía los ganglios inflamados”, cuenta, “nadie dijo entonces la palabra cáncer”.

“No daba besos y evitaba estar con niños”

Elvira Conde.

Hicieron falta tres semanas para conocer el motivo por el cual la joven debía renunciar a sus estudios y dedicar su vida a luchar por esta enfermedad. “Fue muy rápido, no me dio tiempo a asimilarlo”. Se iniciaron entonces seis meses de tratamiento de los que Conde no ha sido plenamente consciente hasta haber alcanzado la meta.

“No era totalmente consciente de la gravedad de mi enfermedad. Me programaba. Dormía mucho, comía sano y hacía ejercicio. Intentaba llevar una vida normal”.  Sus pautas eran claras: nada de besos (para evitar el contagio de posibles enfermedades durante la quimioterapia), absoluta higiene en las manos y evitar el contacto con niños y animales.

“Pasé seis meses sin ver a mi sobrina”, declara, y anima a los pacientes a evitar los espacios cerrados. “Si está en una cafetería y alguien cerca tose, que se vaya”.

Estas lecciones forman parte de una hoja de ruta cargada de fortaleza con la que ha conseguido derribar el peor de los pronósticos. “No me gusta decir que estoy recuperada al cien por cien, pero sí al 90”, puntualiza. No obstante, quedan los miedos, la incertidumbre ante una posible recaída, aunque la estadística se haya igualado ya a la del resto. “Tengo un uno por ciento de posibilidades de recaída, el cero no existe para nadie”.

Las secuelas psicológicas componen la peor parte en el puzle de la recuperación. “A veces es difícil retomar la actividad laboral, te sientes lleno de inseguridades y temes que puedan verte como alguien menor”. Más allá,  la pieza del optimismo le ha comido todo el terreno a la de la pena, la resignación. "La vida sigue y hay que sacar fuerzas y seguir con ella, sino te quedas estancado”.

Carmen Sánchez-Garrido, mieloma múltiple

‘Mieloma múltiple’ es el título que ilustra la piel de Carmen Sánchez-Garrido y que la ha transportado al otro lado de la frontera. Y es que, además de paciente, Sánchez es médico, una profesión que, reconoce, alargó su diagnóstico.
“Pasé dos meses con dolores de espalda lacerantes, pero los médicos solemos hacer consulta de pasillo y no nos citamos con otro compañero”, rememora esta madre de familia numerosa que se declara anti hipocondriaca.

Carmen Sánchez-Garrido.

Nunca sospechó que pudiera ser cáncer, aún incapacitada, “tiraba de paracetamol y p’adelante”. Por eso cuando supo que el mieloma le había destrozado casi la totalidad de las vértebras la sorpresa fue mayúscula.

“Soy paciente con cáncer y médico, los ricos también lloran”
Pasado el primer año, un auto trasplante de médula, meses de quimioterapia y otros tantos de recuperación, esta oftalmóloga pudo decir adiós al cáncer durante seis meses. Inmersa en una recidiva desde el pasado enero, no decae. Reconoce que la vida en pareja ha sido la gran pérdida que le ha dejado  la enfermedad. “Es muy difícil entenderse y la relación se resiente”.

“He estado toda mi vida dado el 120 por ciento e intento seguir haciéndolo. Suelo decir que el cáncer se me ha quedado de los huesos del cuello para abajo, la cabeza sigue en mi sitio”, revela y denuncia la falta de atención psicológica que se presta a los pacientes: “Es tremendo, lo psicológico está abandonado desde el primer momento”.

Carmen se mantiene ahora a la espera de un trasplante de médula. Mientras, procura participar en grupos como Gepac, donde, desde la doble experiencia que la acompaña, sus palabras como médico y paciente son muy agradecidas y ejemplifican una historia que ella misma resume en cuatro palabras: “Los ricos también lloran”.

Blanca Sánchez, cáncer de colon

Blanca Sánchez.

“¿Qué hacemos?” Fue lo primero que preguntó Blanca Sánchez cuando le comunicaron que padecía un cáncer de colon. Y, en realidad, desde entonces, no ha parado de hacer. Primero, asumir: “te cuesta, no quieres a salir a la calle, crees que todo el mundo te mira”; después, levantarse y, por último, atreverse.

“He tenido que aprender a volver a andar”
Ni ella misma cree que el cáncer haya logrado convertirla en una apasionada de la cocina. “Yo solía cocinar lo justo, no me gustaba. Ahora se ha convertido en mi principal hobby, investigo tipos de alimentos y adapto el menú a mis necesidades”, cuenta. “Es importante hacer cosas nuevas, obligarte a salir y dejar de pensar”.

Tras una larga estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) Sánchez tuvo que aprender “a volver a andar”. Cerca de su recuperación, hace balance y anota, de nuevo, la atención psicológica como la principal carencia. “No basta con la quimio. Echas de menos un gabinete psicológico y nutricional”, alega. Y es que, el cáncer no es solo antes y ahora, sino también y, sobre todo, después.

 

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