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REPRESENTA EL 3% DE TODOS LOS TUMORES | ||
Cáncer renal: más avances en la última década que en medio siglo
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La secuenciación terapéutica actual proyecta medianas de supervivencia cercanas a los 30 meses | ||
Redacción. Madrid El 10 de marzo se ha celebrado el Día Mundial del Riñón y, para conmemorarlo, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha dejado constancia de los últimos avances en el tratamiento del cáncer renal, ya que en estos últimos 10 años ha habido más fármacos para tratar la patología que en los 50 años previos. El cáncer de riñón ha sido considerado durante años una neoplasia de baja incidencia, cuyo tratamiento quirúrgico era la única forma eficaz de controlar la evolución fatal de los pacientes. Representa el tres por ciento de todos los tumores, siendo el carcinoma de células claras el más frecuente (del 60 al 70 por ciento). Es aproximadamente dos veces más frecuente en hombres que en mujeres y la edad media de presentación es a los 60 años. Se estima, además, que es responsable de la muerte de 95.000 personas al año en el mundo, con 6.474 casos nuevos/año en España. El hallazgo incidental u ocasional de los tumores renales en pacientes asintomáticos ha pasado a ser de un 13 por ciento en la década de los setenta a un 60 por ciento en los noventa, lo cual ha permitido que la supervivencia global de esta patología a cinco años se sitúe cerca del 60 por ciento. En España, en el año 2012 fallecieron 2.295 pacientes por cáncer renal, lo que constituye el 2,2 por ciento de la mortalidad oncológica.
El tratamiento del carcinoma de células renales (CCR) se ha modificado en gran medida en los últimos años. Avances recientes en el conocimiento de la biología molecular del carcinoma de células renales han permitido identificar algunas vías de señalización que parecen jugar un papel relevante en la progresión de estos tumores. En este sentido, se sabe que las vías de regulación de los procesos de angiogénesis están alteradas en la mayoría de los tumores renales de origen familiar y en gran parte de los esporádicos. Las evidencias que sustentan el uso de terapia anti–VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular) provienen de varias fuentes. En los años 90 se describió el papel de la proteína VHL (von Hippel–Lindau) en el control del factor inducible por hipoxia alfa (HIF) en condiciones de normoxia además de la inducción de VEGF, TGF-alfa (factor de crecimiento transformante) y PDGF (factor de crecimiento derivado de plaquetas) por parte del HIF-alfa. Cuando hay una mutación o delección del gen de VHL (como ocurre en un 70 por ciento de los casos de cáncer renal de células claras) se acumula HIF-alfa y, en consecuencia, se liberan factores proangiogénicos (VEGF), incluso en condiciones de normoxia, además de TGF-alfa y PDGF que estimulan el crecimiento de forma autocrina. En los últimos años hemos asistido a la aparición de nuevos agentes antiangiogénicos, especialmente los inhibidores multiquinasas, que van dirigidos contra objetivos clave en la génesis y mantenimiento del cáncer renal. Todos estos agentes han sido estudiados en profundidad demostrando una importante actividad y beneficio clínico, así como una buena relación eficacia/toxicidad en los pacientes que los reciben. En primera línea varias opciones terapéuticas se mantienen hoy en día como alternativas eficaces en el control de la enfermedad. Principalmente tratamientos dirigidos contra VEGF como sunitinib, pazopanib o bevacizumab, que se usa combinado con interferón. En segunda línea, everolimus y axitinib están aprobados, pero recientemente se han presentado los resultados positivos de dos nuevos fármacos: nivolumab y cabozantinib, que reflejan el continuo progreso en esta enfermedad. Además, continúan ocupando su lugar terapéutico temsirolimus (fármaco utilizado en el cáncer renal metastásico con criterios de mal pronóstico) y sorafenib.Como consecuencia de la incorporación paulatina de estos fármacos, los oncólogos médicos han sido capaces de cambiar la historia natural de la enfermedad. Si hace 40 años los estudios de cirugía aislada como herramienta terapéutica solo era capaz de lograr medianas de siete meses de supervivencia, la secuenciación terapéutica actual es capaz de proyectar medianas de supervivencia cercanas a los 30 meses en pacientes con enfermedad metastásica.
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